domingo, 24 de enero de 2016

El Juego de las Sillas

El profesor cruzó la sala para colocarse delante de los bancos, hasta quedar más o menos en el centro para que todos pudiéramos verlo. Esbozó una sonrisa socarrona - típica de él - y remató:

"No se puede tener todo todo el tiempo".

Y con esa oración que parecía envolver una obviedad absoluta, nos dejó a todos sentados al borde de nuestros asientos. O tal vez no a todos. Capz fui solamente yo la que quedó al borde del asiento, meditando las palabras de aquel hombre. "No se puede tener todo todo el tiempo" me repetí en mi fuero interno, ignorando a mi amiga que tomaba apuntes a mi lado. Tuve que decírmela dos o tres veces más en mi cabeza - todas esas veces era la voz de mi profesor la que resonaba en mi cabeza, no la mía - hasta que logré entender el trasfondo.

"Todo" vendría a ser un sinónimo de felicidad, de absolutez. Tener el dichoso "todo" significa estar conforme o más bien: algo mejor que conforme. Significa tener el equilibrio. Esa suma algebraíca imposible que está compuesta por diversos factores en su cantidad justa y dan como resultado la felicidad. Tener el "todo" significa, en criollo, estar a punto caramelo. Estar como querés. Ser vos. El Nirvana, o como más te guste.

Pero como dijo mi querido profesor, ese "Todo" no es eterno. Para nadie. Es la ley de la vida, porque esta vida es como el juego de las sillas. Un día tenés donde sentarte y entonces podés seguir jugando, pero al siguiente turno puede que ya no sea así. Otro te quitó la silla y a vos te toca el piso, al menos por un momento.

Están los que juegan rudo y no les interesa tirarte al piso con tal de quedarse con una silla. Habrá veces en que vos vas a tener que ser así, porque en esta vida para tener ese "Todo", te va a tocar jugar rudo. Pero cuidado con esto: jugar rudo no significa ser mala leche. Jugar rudo significa ser fuerte y estar dispuesto a defender lo que luchás por tener con tanto esmero. Jugar rudo significa ser ágil y despierto y no esperar a que el otro esté en el suelo para darle una patada. Jugar rudo es poner huevo.

Habrá veces en que te tocará quedarte en el piso, como ya dije. Algunas será por tu propia decisión y otra será porque no fuiste lo suficientemente rápido. Pero tranquilo: de las pérdidas también se aprende. Es imposible ganar siempre el juego de las sillas, pero lo importante es que cada vez que te quedes en el piso, estés dispuesto a pararte para volver a manotear una silla.

Estar en el piso tiene su lado bueno, ya que tenés la oportunidad de observar las jugadas y movimientos de los otros y de aprender de ello. Pero cuidado: el piso es cómodo. Muchos creen que el piso es como una silla eterna que nadie puede arrebatarles, porque a fin de cuentas siempre está ahí, disponible para todos. En la vida, los que se quedan en el piso son los que se acostumbran a su tristeza y asumen la cómoda posición de no hacer nada al respecto, sabiendo que nadie puede enojarse con ellos. "No seas duro con él, está triste. Está mal. Está pasando un mal momento. Entendelo". "No seas basura, recién perdió en el juego. No lo jodas más, que está en el piso". Aferrándose a la compasión y confundiéndola con felicidad.

Sí. El piso es seguro por un momento. Es útil unos instantes. Pero también es peligrosamente seductor.

He llegado a pensar que lo mejor que podríamos hacer para evitar cultivar rencores contra quienes nos roban la silla y nos dejan en el piso es aprender a compartirlas. Pero después entendí que esto tampoco era posible, simplemente porque, tarde o temprano, alguno de los dos querrá usar la silla para otra cosa. Y porque no todos queremos la misma silla. A veces queremos una más cómoda y otras nos da igual, con tal de tener donde sentarnos. Donde dejarnos descansar un segundo de nosotros mismos, de todas esas voces que nos dicen "No podés hacerlo". Y para eso cualquier silla sirve. Tomar una silla en esos momentos nos carga del aliento que necesitamos, nos da el respiro necesario para volver al juego e ir - quizá - por una silla aún más cómoda.

Entendí que aunque todos nos peleamos por sillas, no todos queremos la misma silla. No siempre nos da igual tener en donde sentarnos, a veces necesitamos más que eso.

Pero entonces, ¿Cómo no anidar broncas contra el que nos quita la silla? ¿Cómo no pensar que esa persona es un idiota? Simple. Recordando que nosotros también robamos sillas. Nosotros también dejamos a alguien sin su silla.

Pensá en todas las personas que dejaste atrás para tener ese "Todo", para quedarte con la silla. Pensá en las amistades que abandonaste porque ya no te hacían bien, en las personas que dejaste de ver porque te hacían sentir mal. Pensá en ese trabajo que decidiste dejar porque te hacía sentir miserable. En todas las veces que faltaste en la mesa con tu familia porque te quedaste en tu habitación estudiando. Pensá en esa relación que abandonaste, en los ojos vidriosos de esa persona que clamaba por tu cariño pero a quien vos ya no querías. Pensá en todas las veces que le diste vuelta la cara a un boludo que te vino a chamuyar solamente porque no te gustó su modo de dirigirse hacia vos. Pensá en cada persona que cruzaste en tu camino y que dejaste atrás para llegar a estar mejor... Todas y cada una de ellas, son sillas arrebatadas. 

... Sillas arrebatadas que se convierten en la sonrisa de tus viejos cuando aprobaste aquel final que tanto te costó preparar. Sillas que se transforman en los mates amargos que te ceba tu mejor amiga una tarde de Domingo. Sillas que son el abrazo de tu abuelo cuando llegas a verlo de sorpresa. Sillas arrebatadas que son el fulgor de los ojos de la persona que elegiste, contra viento y marea,para que sea tu pareja. Esa que te hace dar cosquillitas en la panza.

Todas esas son sillas arrebatadas. Sillas que te costaron algunas sentadas en el piso, algunas más largas que otras para observar cómo se juega este juego. Sillas que no siempre fueron tan cómodas ni siempre fueron la que vos esperabas, pero que hoy son tu Todo. Hoy son tu felicidad.

Como ya dijo mi profesor: No se puede tener todo todo el tiempo. No siempre puedo arrebatar sillas. A veces me va a tocar estar en el piso y observar hasta que tome suficiente coraje para volver al juego. Habrá períodos - largos o cortos - en los que siempre conseguiré arrebatar una silla para sentarme. Pero acá lo más importante de todo no es cuantas veces te sentás en una silla y cuantas en el suelo. Lo más importante de todo es siempre seguir jugando.

Cuando era chica me daba mucho miedo este juego. Un pánico tremendo por la violencia y agilidad con la que veía que los demás niños lograban sentarse en las sillas. Me daba tanto miedo que prefería quedarme a un costado observando antes que jugar. Prefería que los demás nenes me tildaran de amargada o aburrida antes que arriesgarme a jugar y perder...

Ahora que pasó el tiempo y por fin entiendo las reglas del juego, ya no tengo miedo de jugar. Prefiero perder la silla por jugar que estar sentada siempre en el piso. Prefiero haberme sentado alguna vez en una silla, cualquiera sea, que quedarme al margen del juego. Hoy prefiero jugar, o más bien: jugármela... 

¿Y vos? 

4 comentarios:

  1. Me encanta la forma en que de una simple frase, captaste un trasfondo inmenso, y no solo nos la explicaste, sino que compartistes las reglas del juego en el que todos estamos inmersos. La comparación con el juego de las sillas no pudo ser más perfecta y la descripción del suelo más oportuna, muchas veces la comodidad y la falta de confianza, coraje, esperanza o el mismo miedo nos deja en el suelo. Gracias por recordarme una vez más que no hay que quedarse con la comodidad, que hay que seguir, avanzar, jugar... Y quizás pronto encontremos nuestro todo, aunque nos toque el suelo un par de veces. Lo importante es seguir no? Gracias por dejar todo más claro que el agua, porque la vida no es sencilla, pero vale la pena vivirla y remarla, vale la pena jugar.

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    1. Me llena de alegría y de culpa tener el privilegio de ser de las primeras personas en comentar en este nuevo proyecto. Más me alegra leer esto de lo que veníamos hablando hace un par de días y que aunque no fue mucho tiempo ahora veo y entiendo muchas más cosas que al inicio.

      Me encanta la forma como lo redactas porque al menos yo que te conozco puede sentir que eres tú quien lo platica y no alguien más. Tiene tu esencia en todos lados y hace que se vuelva ameno y que me den ganas de seguir escuchando, o leyendo en ese caso.

      Mientras leía el párrafo en el que dices que de pequeña te daba miedo el juego al ver como algunos niños son tan agresivos a la hora de quedarse con una silla me puse a pensar en mi caso. Realmente no me daba miedo que me tiraran o que alguien me lastimara, me daba miedo perder porque me hubiera sentido menos. Y vamos de vuelta al orgullo ¿será que las sillas al final nos intentan enseñar una gran lección? Porque de ser así creo que yo no la aprendí, porque ahora que estoy en el piso siento que prefiero quedarme en él a que alguien más me quite mi silla, no por miedo, sino porque eso dañaría mucho mi orgullo y seamos honesto, tampoco quiero que alguien comparta su silla conmigo, quiero una propia. Prefiero esperar a tener una silla segura y lanzarme a ella que jugar al lado de los demás. Creo que tengo muchas cosas que pensar al respecto ¿no? Me da curiosidad como desde pequeños ya traemos bien marcadas algunas conductas.

      En fin, no me alargó más, sólo te diré que amo esas lecciones que te das a ti misma y que de paso nos das a los demás. Sigue que eres grande.

      Pd. No pude editar el comentario que envié por error, así que tuve que eliminarlo x)

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  3. En lo personal y después de leer esto, me di cuenta que no es necesario que el concepto este claro. No muchas personas son como tu y logran captar un transfondo tan enorme de un simple dicho. Pienso que quizás el profesor no lo dijo en ese sentido pero pudiste ser capaz de darte un lección que quizás necesitabas y, al compartirla con el mundo, me ayudarte a mi y a otras personas que leyeron esto por medio de Upsocl, a darnos cuenta de que a veces debemos prestar atención a estos dichos, analizarlos con mas detenimiento y así.
    Te doy las gracias, por que si bien no soy una persona que normalmente se rinda o dé por el conformismo, me diste la importante lección que hasta las pequeñas frases pueden enseñarme grandes cosas, solo tengo que estar dispuesta a detenerme y analizarlas

    Saludos.

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